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Sobre el esperanto |
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Flujos y reflujos en la historia El esperanto y los trabajadores Una lengua sospechosa pero tolerada Un patrimonio casi desconocido |
Una lengua sospechosa pero toleradaEl esperanto bajo el FranquismoEntre las iniciativas culturales que la Guerra Civil cortó en España, y que sólo se recuperaron poco a poco, se encuentra la búsqueda de una lengua internacional neutral.
El idioma era visto en numerosos círculos del régimen triunfante con desconfianza, como un movimiento ligado en el imaginario popular a otras tendencias derrotadas, como el internacionalismo, el anarquismo, la masonería o incluso el comunismo. Exilios y represionesAlgunos de los principales líderes del esperantismo prebélico se habían exiliado, como era el caso del coronel Julio Mangada o el ex diputado socialista Francisco Azorín, que fallecieron en México. Otros fueron ejecutados tras la guerra, como el ex presidente de la Asociación Española de Esperanto, Sidonio Pintado, o el ex alcalde de Madrid, Cayetano Redondo Aceña. Sin embargo, en contra de algunas percepciones, el esperanto no fue nunca prohibido oficialmente en España. Hubo numerosos fallecidos esperantistas, e incluso en algún caso se conocen datos de personas muertas o represaliadas por este motivo. Pero no ocurrió como en Alemania, donde fue prohibido explícitamente y donde fue enviada a los campos de concentración, entre otros, toda la familia del Dr. Zamenhof, o en la Unión Soviética, donde se disolvió la asociación esperantista y se ejecutó a sus principales dirigentes. Reorganización con cautelaEntre los esperantistas se encontraban personas conservadoras, algunas de las cuales habían desarrollado un papel activo en el triunfo del nuevo régimen. También había existido un importante movimiento esperantista ligado a la Iglesia Católica. Estos círculos comenzaron a reorganizarse poco a poco y a intentar superar las trabas que burócratas celosos imponían a menudo, y el miedo que una actividad social pública inspiraba entre algunos de los antiguos activistas o entre los que por primera vez podían estar interesados en aprenderlo. Finalmente, tras muchas gestiones oficiales, en 1947 se fundaba la Federación Española de Esperanto (HEF), cuya labor continúa hasta el día de hoy. Participaron en ella personas que habían combatido en el bando nacional y también personas identificadas con el bando perdedor, que habían ya recuperado la libertad. Entre las primeras pueden mencionarse algunos de los que ostentaron la presidencia de la asociación, como el valenciano Dr. Rafael Herrero, o el que fuera rector de la Universidad de Zaragoza, Miguel Sancho Izquierdo. Entre las segundas, dos personas merecen una mención especial: el que fue redactor durante muchos años del Boletín de la asociación y activista incansable, Luis Hernández Lahuerta, y el principal editor de literatura en esperanto durante las décadas de los 50 y 60, el profesor de la Universidad de La Laguna, Juan Régulo Pérez. Centralismo y neutralismoDonde sí se manifestó la política del régimen fue en la prohibición de corrientes no estrictamente neutrales. Especial mención debe hacerse del movimiento esperantista en Cataluña, que antes de la guerra había estado muy ligado al catalanismo cultural y político. Los esperantistas catalanes pudieron recuperar su actividad, y de hecho fue en Tarrasa donde se celebró el primer congreso español de esperanto tras el paréntesis bélico, pero no existió ninguna posibilidad de fundar una asociación propiamente catalana. Los congresos catalanes debieron vestirse como encuentros de esperantistas de la provincia de Barcelona. Incluso se interrumpió la celebración de los Juegos Florales en esperanto, una manifestación literaria que había alcanzado gran prestigio en los círculos culturales de ese idioma, y que finalmente sirvieron de inspiración a los Certámenes Literarios que finalmente organizaría la Asociación Universal de Esperanto en el seno de los congresos internacionales. También desapareció completamente el movimiento esperantista ligado al movimiento obrero. Integración y recuperación
El año 1968 se celebró en Madrid un Congreso Universal, el número 53. La organización no estuvo exenta de polémica, ya que algunos de los esperantistas de origen español que vivían todavía exiliados protestaron por su celebración, especialmente ante el nombramiento de quien consideraban como responsable de la represión del esperanto y de otros movimientos sociales, el general Franco, como "Alto Protector" del Congreso (o "Presidente de Honor", como fue presentado por la Federación Española). La propia Asociación Universal de Esperanto tuvo que dar garantías de que se respetarían los derechos de los congresistas, y que se permitiría la participación de esperantistas procedentes de los países del Este de Europa. La década de los 70Los años finales de la década de los 60 y principios de los 70 vieron también la fundación del Museo del Esperanto en la localidad catalana de Sant Pau d'Ordal, en Subirats, uno de los más importantes en su género de todo el mundo y la creación de la Fundación Esperanto, con el objetivo de apoyar las actividades de difusión del idioma. Uno de los principales frutos de esta Fundación fue la publicación de la primera traducción completa del Quijote, que finalmente vio la luz en 1977. El regreso de la democracia permitió una consolidación de la actividad esperantista, incluyendo la liberación de las actividades más comprometidas. El aumento de los contactos internacionales también facilitó el desarrollo de la comunicación en esperanto. La búsqueda de un medio de comunicación sin barreras entraba en un proceso de normalización. Ver también sobre el movimiento obrero y el esperanto en España. Artículo publicado originalmente en Suite101.net |
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